Él tenía una crisis respecto a comprar el anillo de graduación. No le gustaba usarlo, no creía que fuera necesario, pero tampoco quería verse fuera del círculo de compañeros que estaban comprando el anillo de egresados de la universidad.
Su amigo le aconsejó: - Cómpralo para no verte mamón, pero luego ni te lo pongas: no hace falta. Lo graduado se te notará en la plática.
Roberto Aguilera, marzo 2006
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