Estaba formado esperando que me atendieran. La línea no era muy clara pero todos la estábamos respetando (cada cual sabía quién estaba antes y después de sí). Cuando era mi turno, una señora apareció de la nada y tomó mi lugar. La empleada comenzó a atenderla. Me molestó mucho la falta de respeto de ambas (de quien se había ‘colado’ y de la señorita que había advertido la situación y estaba dejándola colarse).
- Disculpe, señorita – le dije -, pero me tocaba a mí.
- Sí – me dijo ella con una sonrisa -, es lo mismo.
México DF, 2007
2 comentarios:
Eso es porque no tienes pinta de tener esposas e hijos.
Que soberbios, pero que soberbios!!!!!´.
Con blogs como estos es que dan ganas de tener una com-puta-dora.
Os felicito, man.
SL
Publicar un comentario