2008-09-01



Me encontraba sentado tranquilamente en el Metro cuando apareció este sujeto estilo fakir, con el torso desnudo, sucio, la espalda llena de cicatrices y una llaga sangrante. Mostraba frenéticamente sus habilidades: echaba una playera llena de vidrios sobre el piso y sobre ellos se acostaba con la espalda pelada. Por si esto fuera poco, agarraba una pequeña botella de Coca-Cola que ya estaba a medias rota e intentaba quebrarla de un codazo (no lo lograba). A pesar de todas estas imágenes que guardé en mi mente yo intentaba no mirarlo. No era fácil ignorar este tipo de mendicidad. Sabía que allí, a mi lado, había alguien que se estaba matando y nadie lo estaba defendiendo de sí mismo.

México DF, junio 2007

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