No me molestó que fuera vegetariano, ni que nos hubiera complicado el menú durante todo el fin de semana en el lago. Pero lo odié cuando decidimos ir a tomar un vino a la playa, al atardecer, y dijo que tampoco tomaba alcohol; se apartó de nosotros y se fue a la orilla para dedicarse a rescatar los pececitos que la marea estaba dejando sobre la arena. ¿Qué estaba buscando? ¿Conmovernos? ¿Con qué autoridad él podía decidir darle una segunda oportunidad a esos bichos que la Naturaleza estaba descartando?
Crystal Lake, septiembre 6, 2008
No hay comentarios.:
Publicar un comentario