2008-12-28



Le pregunté si iba a pasar estas fiestas a Chignahuapan, a casa de su mamá. Me respondió:
- No. ¡Ahí espantan bien feo!
Yo siempre fui un poco escéptico respecto a los fenómenos paranormales pero, según mi amiga, en la casa de su mamá no era algo que sólo ella advertía sino todos los visitantes. Lo que hacía peor el asunto era que, en lugar de atenuar las circunstancias y hacerlas menos escabrosas, su madre y su hermano se encargaban (inconcientemente) de generar una atmósfera siniestra.
- La última vez que estuve – me cuenta mi amiga – aparte de tener que aguantarme el frío cabrón que hacía, a la hora de dormir mi hermano me dijo: ten cuidado con las arañas (hay muchas en este cuarto) y con los alacranes (suelen bajar en la noche y meterse en tus zapatos). Si escuchas ruidos en el techo no te asustes: son los tlacoaches. Por cualquier cosa te dejo agua bendita junto a la cama – y sobre la mesa de luz depositó un recipiente de plástico con atomizador.

Nora Carrillo, Chignahuapan, Puebla, México, crónica del 11/12/2008

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