El color favorito del personaje del libro que estaba leyendo era el color “metálico”. Es entonces cuando me di cuenta de que ése era también mi color favorito. Toda la vida estuve condicionado a elegir entre los colores clásicos: a uno debe gustarle el verde, el rojo, el naranja. Si es un poco osado, puede elegir el lila, el azul eléctrico. ¿Pero el “metálico”? Recuerdo mis años de primaria: pasaba horas contemplando los cuadraditos de “papel glacé metalizado”. Desde que leí ese libro, mi conciencia de los colores ha cambiado: paseo por la vida buscando mi color favorito en las patas de las sillas, en los cubiertos que me llevo a la boca, en los edificios en construcción.
Acapulco, Guerrero, 5 de enero de 2009
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