La mamá había estado POR HORAS haciendo ruido: con los trastes que lavaba (platos), la lavadora (lavarropas), las cubetas con agua (baldes), el reggaetón a todo volumen y su canto estridente, ininterrumpido y desafinado. En un momento la bebita tuvo un atisbo de llorar. Antes de que se concretara, su mamá la gritó: “¡que te calles, pinche niña!”. Y ella, tan chiquita, entendió.
México DF, enero 2009
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