Cuando vi ese cartel, plantado con tanto orgullo, no pude evitar sentir una profunda lástima por el césped (pero qué alivio para los pobres perros, no sólo librarse de una intoxicación severa sino además estar totalmente exentos de responsabilidad frente a semejante sequía y eco-masacre).
N Lake Shore Drive and Walton, Chicago, IL, mayo 2009
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