Él me cuenta que cuando tenía 9 años plantó, en el jardín de su casa, un árbol de la especie coloquialmente llamada “paraíso”. Un verano, una peste afectó a todos los paraísos de la zona y el árbol murió. Mi amigo se resistió a que lo talaran hasta que no tuviera decidido un fin concreto para la madera de su árbol. A la fecha, el árbol sigue de pie y él, con pesadumbre dice: “la peste mató mi paraíso”.
Máximo González, Bella Vista, Corrientes, junio 2009
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