2009-11-01



Lo invitamos a cenar a casa, con su familia. Luego de la cena, estábamos escuchando música, muy a gusto, mientras los niños jugaban por ahí.

- Qué buena onda que los vecinos no se quejen - me dice él.

Yo no entiendo a qué se refiere, así que le pregunto:

- ¿Y de qué podrían quejarse?

- De la música - me responde.

- La música está a un volumen súper moderado – le digo.

Pienso en nuestra conducta regular.

- Y casi nunca escuchamos música.

Pienso en el día que es.

- Y hoy es viernes.

Miro la hora.

- ¡Y son las 9:27!


Chicago, IL, septiembre 2009

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