2009-12-10




Mi amigo, arquitecto de Chicago, decidió pasear a su colega de Londres, y al hijo de éste por el centro de Chicago después de la cena. Ellos iban a estar solamente 48 horas en la ciudad y dadas las ocupadas agendas de ambos, no habría tiempo para volver a verse y recorrer la ciudad. Por lo tanto, improvisaría un tour nocturno.

Entusiasmado, porque Chicago me parece una ciudad esplendorosa, le pregunté al hijo del arquitecto visitante, de 15 años, qué le parecía Chicago.

- No me puedo quejar – respondió él.

Entiendo que Londres es también una ciudad impactante y quizá por ello Chicago no le impresionaba tanto. Durante el paseo, mi amigo arquitecto señaló miles de detalles y anécdotas riquísimas que yo desconocía. Me puso muy contento, porque si bien yo había hecho en alguna oportunidad un tour arquitectónico, estos detalles nunca los había oído y el tour había sido de día. De noche, los edificios son mucho más omnipotentes.

El jovencito me mira con cara de fastidio y dice:

- ¿Por qué tenemos que hacer esto de noche?

Pensé en mí a los 15 años. No: yo no era así.
Chicago, octubre 2009

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