2010-04-07



















En el año 2000 leí uno de los poemas que más me gustaron. Era algo muy simple, contemplativo. Hablaba de una persona que ponía a calentar el agua para el mate y, mientras esperaba, la observaba. El poema concluía que “el reflejo de la ventana sobre la pava es lo único que hay”.

En el año 2010, un vecino puso a calentar su agua. Desde mi ventana, recordé el poema.

Buenos Aires, febrero 2010

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