Compré una sartén por 4.99 dólares (for-nainti-nain dála). Se veía muy bien: amplia, la profundidad justa, buen teflón. Pero resultó no ser tan buena. Mi amigo fue el primero en usarla. Cuando le pregunté qué le había parecido, me respondió:
- En esa sartén se pega hasta el agua.
Chicago, julio 2010
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