2010-12-15


Íbamos cuatro personas en el auto, hablando de cuánto más nos reíamos cuando éramos jóvenes.  Nos reíamos de cosas simples.  Aunque supiéramos el final de un chiste, nos reíamos igual.  “La mamá de una amiga todavía se ríe a carcajadas cuando ve los dibujitos animados”, digo.  “La chica que trabaja en casa está todo el día riéndose, de cualquier cosa”, dice una amiga.

Silencio.

Mientras mira a través de la ventanilla, mi amigo concluye: “la verdad es que uno se sofistica al pedo”.

Acapulco, noviembre 2010

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