Si no fuera porque ya sé que en esa zona del Centro Histórico hay varias casas de empeño, me hubiera espantado cuando este muchacho en la calle me preguntó con cierta sensualidad y secreto.
-
- ¿qué vendes? ¡Te compro!
- ¿qué vendes? ¡Te compro!
Yo apuré el paso, con mirada ausente. Él aprovechó para vociferar (promocionando su negocio) pero sentí que me lo estaba gritando a mí:
Te compro tu oro
Te compro tu plata
al fondo del pasillo
dime qué vendes
Tacuba y Allende, Centro Histórico, Ciudad de México, abril 27, 2011