Mi compañero de trabajo nos presume que acaba de comprarse un perro. Ya habíamos hablado de este asunto, y sabe que a mí me molesta que la gente compre perros cuando puede adoptarlos. Él me explica: “pero éste es un perro de raza”. Peor aún, pienso yo, estimula el consumismo de especies. ¿Y qué raza es?, le pregunto, indignado. “No me acuerdo muy bien, creo que un Stradivarius, o algo así”.
Ciudad de México, 1997
1 comentario:
Mi gordita de mercado sí que es una Stradivarius
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