Sentado en la parte de atrás del automóvil de mi amiga, pude observar este peculiar espacio. “Esto es una parte del auto de mi amiga. A ella le pertenece, aunque no lo pueda ver. Ella siempre maneja, entoces ¿cómo hace para ver esto como yo lo veo?”. Qué locura pensé, tener algo que uno ni siquiera puede ver… Pero enseguida se me vinieron a la cabeza todos los órganos que uno tienen adentro: el corazón, los pulmones, los huesos… Tampoco se ven, pero es claro que nos pertenecen y eso no nos genera ninguna angustia. Mejor no le comento a mi amiga ninguno de mis pensamientos.
Tecamac, Estado de México, julio 2012
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