En el suelo hay un hueco con tierra y plantas.
Con el tiempo, los transeúntes las van pisoteando hasta aniquilarlas.
El dueño del local decide hacer una rejita para protegerlas.
No es suficiente: las maltratan, las roban.
Entonces deciden tapar el cantero y hacer una base para apoyar macetas (que ponen durante el día y retiran para guardarlas durante la noche).
La muchacha que atiende el local es chaparrita, y cada vez que se agacha a colocar o retirar la maceta, se raspa las axilas.
Su novio le consigue una superficie de conglomerado de segunda mano para que ella apoye la maceta sin tener que agacharse.
En el hiperespacio hay un hueco sin tierra ni plantas.
Centro, México DF, diciembre 2012
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