Mi amiga se
queja de que su marido juega con sus sentimientos, como lo ha hecho toda la
vida.
“Pues no está mal” - le digo para consolarla – “tiene su encanto ser ‘esclava del amor’ “.
“Yo no soy su ‘esclava del amor’” – sentencia ella -. “Soy su rehén emocional”.
México,
abril 2013
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