Cautivado
por la cerca de órganos, estaba yo sacándole fotos. Un señor muy desaliñado, oliendo a pulque,
caminando lento, se iba acercando. Me
cuestionó qué buscaba yo en ese lugar, por qué estaba tomando fotos. Luego de explicarle mi enamoramiento de los
cactus (el cuál no entendió porque él había nacido entre ellos) me comentó que
alguien como yo, en mi actitud, se le hacía sospechoso. Yo no quise decirle que alguien como él, en
su actitud, se me hacía sospechoso a mí también. Hablamos de las maravillas de las especies
cactáceas.
San Juan
Teotihuacán, México, julio 2013
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