Cuando vi este cartel, lo primero que pensé fue: “aquí traen a los niños
perdidos (en llanto) y les ponen una pulsera para identificarlos”. Pero luego recapacité: “¿qué sentido tiene
ponerle una pulsera a un niño perdido y dejarlo bajo una carpa?”
Plan B: “le ponen la pulsera y lo sacan a caminar, para que la gente vea
que es un ‘niño perdido’ porque trae pulsera”. Y dije: “¿para qué? si el padre reconoce al niño por la cara, no
por la pulsera. ¿Y si un demente ve al
niño paseando con pulsera, dice “éste es mi hijo”, y se lo dan? Qué miedo”.
Elucubré unas cuantas opciones más, y al final decidí aproximarme al puesto
y averiguar cómo funciona este sistema de las pulseras y los niños perdidos…
Marbella, España, junio 2013
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