En la
esquina de Revolución y María Luisa, en San Ángel, hay un árbol que seguramente
tiene su historia. Imposible saber si
murió solo, víctima de un rayo, o mutilado por la mano del hombre. Lo cierto es que los dueños del restaurant
frente al cual se yergue lo que queda de él, por motivos decorativos y para
generar un elemento llamador, decidieron liarle unos cuantos metros de una
manguera con luces. Ahora el árbol del
cual ignoramos los motivos de su deceso se ha convertido en un involuntario
monumento a la memoria.
San Ángel,
México DF, marzo 2014
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