2014-05-04


En una conferencia, el artista contemporáneo minimalista llevaba 15 minutos hablando de una instalación que había realizado en Milán.  La chica que traducía a lenguaje de señas todo lo que él decía, estaba un poco nerviosa por la velocidad con la que él describía conceptos, en su mayoría abstractos, y trataba de mantenerse al ritmo para traducir todo. En ciertos momentos se advertía en ella cierto placer al describir con señas algo que sonaba maravilloso pero que ella no podía ver porque estaba de espaldas a la pantalla donde se proyectaba la instalación sobre la que el artista hablaba.

En un momento, él hizo una pausa porque alguien hizo una pregunta. Ella aprovechó a girar y mirar hacia la proyección, para ver cómo se veía aquello que él describía con tanta grandilocuencia.  No pudo ver más que una sala vacía con unas ventanas tapadas con una suerte de papel de colores.  No hizo falta ninguna seña para explicar la cara de desilusión y enojo que puso: en ella podía entenderse: “¿me tuviste gesticulando compulsivamente por 15 minutos para describir esa mierda?”.

Siena, Italia, febrero 2014

No hay comentarios.: