De niño, en mi casa de Buenos Aires los tirábamos porque crecían como mala
hierba. Se imponían a todas las demás
especies, transformando un jardín de frutos en una isla de espinas. Aunque sabíamos de todas sus propiedades
curativas, cicatrizantes y purificadoras, igualmente eran abrumadores.
Si hubiera sabido que en Toronto se pagaban 1.99 c/u + TAX, de niño
hubiera persuadido a mis padres de comenzar una pyme de exportación.
Toronto, mayo 2014
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