Es un día
extraño para tomar un avión. Mi pase de
abordar no se quiso imprimir (a pesar de que lo intenté varias veces). El vuelo estaba sobrevendido y ofrecieron si
alguien quería quedarse en tierra a cambio de ciertos beneficios. Ya sobre el avión, y antes de despegar, un
tipo al otro lado del pasillo le dice 28 veces “te amo” a su ser querido en el
celular. Tengo un presentimiento
extraño. Entonces me pregunto: “¿cómo es
que ciertas personas consiguen despedirse de sus seres queridos cuando el avión
ha sido secuestrado o está por estrellarse?
Yo nunca tengo señal a esas alturas, y los antiguos teléfonos por los
que podía deslizarse una tarjeta de crédito para hacer una llamada ya no
existen… Creo que si no me despedí de quien debía despedirme, ya es tarde.”
En el aire,
2013
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