Odio que
pongan carteles sobre las ventanas de los transportes. ¿Por qué interrumpen nuestra visión con
textos que no queremos ni podemos leer? ¿Por qué tienen que arruinar nuestras
fotografías? ¿Por qué usan nuestras caras para decorar sus textos, como si
hablaran palabras que jamás pensamos decir?
Praga,
República Checa, marzo 2014
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