Una
característica que me enoja de los argentinos es describir las cosas a partir
de comparaciones, porque la mayoría de las comparaciones son odiosas. Si el objeto, persona o lugar comparado no
pertenecen a ninguna de las culturas de las personas que asisten al momento
mágico de la comparación, entonces ésta podría llegar a ser divertida, sobre
todo cuando uno se da cuenta que se trata de una comparación no razonada, que
busca un lugar de confort para el que compara, normalmente vinculado a algo
familiar de su terruño.
Tengo una
amiga que al encontrarse con la magnificencia del Cañón del Colorado dijo “es
como las Cataratas del Iguazú pero sin agua”.
Otra dijo
de Los Cabos, Baja California Sur: “es como Santiago del Estero pero con mar”.
Arizona,
2012, México, 2014
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