La
instalación Herencia ha recabado, a lo largo de los
años, miles de cándidas historias sobre cada uno de los platos que la
compone. Una de las más insólitas es la
que nos contó una amiga cuando nos donó un bellísimo plato de talavera. Nosotros le dijimos que no lo hiciera: siendo
un plato tan bello, funcional y costoso, no debía desprenderse de él. Ella insistió que iba a estar mejor con
nosotros. A fuerza de rechazárselo,
debió confesar: “no quiero verlo en mi casa: me lo regaló mi cuñada ¡y la
odio!”
Club de
Golf Bosques de Santa Fe, México DF, 2013
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