La
muchachita se sorprendió cuando me vio llegar con mi pelo pintado de rubio.
Le expliqué
que era la primera vez que lo hacía, en 42 años, y estaba disfrutando la
experiencia.
Le pregunté
si le gustaba.
Ella me
dijo que sí, pero por qué mejor no me lo pintaba de azul.
Ella pensó
que, como ella, yo buscaba revelarme contra el mundo, pero mi ambición era
pertenecer al mundo de las rubias.
México DF,
abril 2015
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