2015-10-05


Desde la puerta de su casa, a los gritos y al borde del llanto, una mujer discute con una voz de hombre que procede del interior.

“No, Carlos, no voy a entrar.  Ya me has pegado lo suficiente”.

¿Esto quiere decir que hay una cantidad de golpes “aceptable” y que su marido la ha rebasado? ¿O que con lo que le ha pegado ella ya ha entendido y no necesita que le pegue más?

Me preocupa que el diálogo de esta señora sirva de modelo, o punto de comparación para otras vecinas (o sus maridos).

Alicante, junio 2015

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