En algún
momento del siglo XX se decidió en España (y se importó a América Latina) la
idea de que todo living room, además de tener un sofá doble, debe contar con un
paisaje de estas medidas (supongo que el ancho del marco es proporcional al
sillón doble).
A la fecha
nadie sabe exactamente el valor artístico o comercial de estos cuadros; nadie
sabe quién los compró o los regaló; nadie quiere deshacerse de ellos por el
valor sentimental que pueden llegar a tener.
Ahora se
estila que el cuadro lo vendan con la casa, y así el dueño no se ve forzado a
tomar una decisión incorrecta.
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