Corriendo por
Fair Park en el anochecer me encuentro un lago. En el lago, unos botes con forma de
cisne. Me llega el recuerdo de mis tíos
que me llevan, de pequeño, a navegar una tarde en unos muy similares, en ParqueCamet, en Mar del Plata. Tengo recuerdos
vagos pero dulces de aquella experiencia: un lago con poca agua donde los
cisnes se desplazaban con lentitud animal.
La vuelta era corta, pero la perspectiva de la infancia la hacía
eterna. Hoy comparto esta maravillosa
experiencia con el hijo de mis tíos, quien aún no nacía en aquel entonces. No sólo el recuerdo de los cisnes de Parque
Camet, sino también esta imagen que tomo, con mi celular, de los cisnes en el
lago nocturno.
“-¡Sí!-
dice mi primo con estridente entusiasmo -. Mi mamá me contó que cuando fueron
¡vos te re-cagaste en las patas!”
No sé qué
responderle. Me pinchó la burbuja del
recuerdo. Sobre todo porque los recuerdo como cisnes y no como patos-hembra. Y
tampoco recuerdo haberme cagado.
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