En la
ciudad de Buenos Aires las discusiones sobre el enrejado de las plazas son
eternas. Independientemente de que a mí
me guste o no, siempre digo que es una medida pensada en el respeto a los
derechos humanos.
Por un
lado, se protege el derecho de los vecinos a caminar por una plaza donde no
haya gente que tenga allí su vivienda (con todo lo que eso implica), y por el
otro, el derecho de los que viven en la plaza de que no vengan a cagarlos a
palos para que se vayan.
Buenos
Aires, diciembre 2015
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