“Me encanta
esta obra. ¡Me conecto tanto con ella!” – dijo una señorita a su amiga.
El solo
hecho de que imitaba una cerradura gigante me hacía tomar mis reservas. Pero en virtud del comentario positivo de
ella, me acerqué para advertir que adentro de la cerradura había un ojo de una
persona lagrimeando.
“Será que le
recuerda la primera vez que espió a sus papás cogiendo, para enfrentar la
desilusión de que a los bebés no los trae la cigüeña”- pensé.
Fort Worth Community Art Center, septiembre 2015
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