2005-10-04



Justo en ese momento vi todo con claridad.
En la esquina, cuando el taxista se adelantó bruscamente al exceso de tráfico, un poli bajaba la escalera del banco con el uniforme desabrochado, y una gringa entraba a una tienda de celulares teniendo que agacharse para no pegar su cabeza en el marco de la puerta.
Era 15 de septiembre.
Unos metros más adelante, se me llenaron los ojos de lágrimas y ya no pude comprender más.

México DF, 15/09/2005

1 comentario:

Silencio dijo...

Diablos, no, nunca se me deshace la armadura en la calle, lo evito, bueno una vez, entonces entendí que decía que una molécula de un aroma es suficiente para detectarla y que un aroma puede traer una serie de recuerdos olvidados... No fueron lagrimas, fue un puto berrinche... en reforma, rodeado de oficinistas...