Un amigo mío subió una foto mía a Facebook. Su intención era buena: yo era uno de los personajes que había visitado en su último viaje desde Nueva Zelanda y quería retratarme en su bitácora de viaje. Pero en la foto que me retrató, me veía aburrido, demacrado, ojeroso, con el pelo ralo. En virtud de que él no introdujo ningún comentario sobre las fotos que subió, bajo mi foto decía “no existen comentarios para esta foto”. Yo pensé: “ya lo creo… ¡gracias a Dios!”
Enero 2009
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