2009-01-26



Yo no discuto que Maurizio Pollini sea el mejor pianista del mundo, y no creo ser un bruto que no le gusta la música clásica, pero que alguien se atreva a decirme que, durante las 3 horas que estuvo tocando el piano, no se entretuvo:
- contando los micrófonos que colgaban del techo de la sala
- comparando los arabescos que había sobre las distintas salidas de emergencia
- mirando las manos arrugadas, como garfios, de algunas señoras muy elegantemente ataviadas (recordándome a mi abuela cuando se arreglaba para salir a comer los domingos)
- observando la línea de los cables que surcaban la sala… ¿los cables iban por el piso? ¿o por el aire y lo del piso era una sombra?
- pensando ¿cómo hace la gente para aguantarse callada durante tanto tiempo?
- Odiando al chino de atrás cuyo celular sonó 2 veces en su mochila y se hizo el boludo (pendejo) porque le daba mucha vergüenza reconocer que era él quien estaba haciendo ruido y abrir su mochila para apagarlo
De repente me doy cuenta de que la música terminó porque todos se paran eufóricos y aplauden. En automático, imito.

Maurizio Pollini en la Chicago Symphony Orchestra,

12 de octubre de 2008

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