2009-01-26



A pesar de que nuestro viaje en camión (colectivo) fue breve, fue demasiado traumático. Dos veces subieron “payasos” a entretener a los pasajeros. El primero intentaba ser ventrílocuo. El pobre estaba dejando sus cuerdas vocales en el intento (ya no podía estar más ronco). Sus chistes eran pésimos y su discurso, machista. Con 40 grados, el maquillaje se le escurría. Los siguientes payasos subieron a dúo: uno olía a grasa y sudor seco, el otro a alcohol barato. Para colmo se pusieron interactivos: hacían preguntas y exigían que los pasajeros respondieran. A diferencia del primer payaso, además de machista, su humor era homofóbico. El nerviosismo de sus movimientos me recordaba a las películas de acción donde una banda de payasos se mete a un banco y somete a todos los clientes durante un robo. El viaje se hacía eterno: el aire, hediondo, no circulaba. El gesto común de los 3 payasos fue pedir dinero al final de su “show” y disculparse por no ser “grandes artistas”.

Acapulco-Pie de la Cuesta, Guerrero, enero 2009

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