La vecina del 32 volvió a entrar a mi casa. Quería pedirnos un favor pero le daba mucha pena. "Adelante!", la animamos. "En que podemos ayudarla?". Ella nos dijo que su hija tenía un amigo argentino q se había quedado sin trabajo y estaba buscando un lugar para vivir. "Y?" dijimos nosotros. "Bueno, pensé que tal vez como ustedes son argentinos podrían hospedarlo aquí". Nos miramos, incrédulos. La vecina del 32 es un caso aparte.
México DF, marzo 2009
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