El primer día me asomé a la ventana de mi cuarto del hotel y me sorprendió la estructura de la escalera. Aunque en la foto no se ve así, era liviana y dejaba ver el cielo a través de ella.
A la mañana siguiente llegó una inspección municipal que decidió que así como estaba no era segura: debía ser señalizada con colores fácilmente distinguibles en una situación de pánico y escape. Así que la pintaron toda con rayas amarillas.
Ahora cada vez que abro la ventana, en vez de ver el cielo, veo una especie de enredadera de semáforos que se fue en vicio.
Tribeca Apart Hotel, Bartolomé Mitre y Talcahuano, Buenos Aires, junio 2010
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