2010-06-22


Temprano en la mañana, desde mi cuarto, escucho la voz de mi vecina, una madre suave, amorosa, preguntándole algo a su hijo de 8 años, con ternura. No entiendo qué pregunta, y al niño no lo escucho responder. Ella vuelve a preguntar, y él responde inaudible, desinteresadamente. Entonces ella pregunta por tercera vez, a los gritos, súper encabronada: “¡¡¡que si vas a querer hotcake o huevitos!!!”

Ciudad de México, abril 2010

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