2012-01-09


Voy a la oficina de Claro en Uruguay y pregunto si allí puedo usar mi teléfono Claro de Argentina. Me dicen que sí, que la tarjeta la venden en el kiosco y sale lo mismo que en Buenos Aires. Voy al kiosco y compro una tarjeta de 150$ uruguayos. Como en Uruguay se puede pagar con el equivalente en pesos argentinos, la mujer me cobra 50$ argentinos. Ya lejos del kiosco recibo un mensaje que dice que a mi línea se han acreditado 32$ argentinos. Algo no me cierra. Vuelvo a la oficina de Claro y le pregunto a la misma chica sobre la diferencia. Me dice que vaya con la del kiosco para que me explique, porque si yo le puse el equivalente a 50$ argentinos, deberían haberse acreditado 50$ argentinos. Llego con la mujer del kiosco, y para hacer la historia breve, ella tiene una gran incapacidad de explicarme qué es lo que ha sucedido, pero es evidente que es un tema de diferencia de cotización de nuestras monedas que obviamente a mí me desfavorece. Intento convencerla con matemáticas pero no lo consigo. A la discusión se suman un heladero, un taxista, y un estudiante. Tratan de explicarme, sin éxito. Finalmente, la discusión política se presenta (no de mi parte) y nombran a mi presidenta.

- Yo no quiero hablar de política – declaro.

Con un gesto italiano en la punta de los dedos el taxista me dice:

- Cómo no vas a hablar de política… si esto es economía.

Por primera vez, tienen razón.

Uruguay, dic 2011

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