Luego de 11
días de viaje por el sur de la India, donde la bebida alcohólica está
prohibida, o los establecimientos comerciales tienen que pagar licencias
imposibles para poder vender, regresé a Bombay con unas ganas incontenibles de
tomarme un vino. Fui directamente al
Food’s Basket, el supermercado gourmet, y bajé a la bodega. Estaba a oscuras y con la puerta de cristal
cerrada. Agarré el picaporte y comencé a agitarla; ¡quería entrar! Un empleado se acercó y me dijo algo en hindi
que no le entendí. Volví a preguntarle y
me dijo que ese día (y los que seguían) eran “ley seca” por no sé qué
celebración musulmana.
- Yo
no soy musulmán – le dije.
Él se
rió. Yo lo odié. No sabía si romper la puerta a patadas o
montar una escena. Decidí llamar a un
amigo para explicarle lo jodido que estaba ese país.
Mumbai,
noviembre 2013
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