Mi padre
tiene esta antigua escalera-banco y me la ofrece para sentarme.
“Es
peligroso sentarme ahí”, le digo.
“Si querés
me siento yo”.
“No, ¡peor! Yo puedo llegar a salvarme, pero vos te
quebrás algo seguro. Hay que tirarlo”.
“No”, me
dice, “yo lo uso”.
“¿Para
qué?”
“Para
alcanzar cosas altas, pero claro”, agrega para dejarme tranquilo, “no lo uso en
su modalidad ‘escalera’, sino en su modalidad ‘banco’ ”.
Buenos
Aires, febrero 2015
No hay comentarios.:
Publicar un comentario