Fuente: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOy6qJtLmVRJe0CTyxSq-IbxtWPt2mlXC3YlkUWa-P65VQZge1-Jys-3OsCMldRByfcN_ucvDwKJOFw4vlw6w26eCekNxMbROMuyw5XThKl3DvOenpE0JiSr6pB5tdlDXUL19M/s1600/DSC03506.JPG
Normalmente
soy estreñido. Y peor durante los
viajes. Por suerte, en este restaurant me ha llegado un llamado de la
Naturaleza. Voy al baño y me siento muy tranquilo dispuesto a hacer lo propio.
Tan pronto estoy comenzando, se escuchan unos niños que entran estridentemente
al baño, conversando entre ellos. De
repente, uno le dice al otro “¡boludo, entramos al baño de mujeres!”.
Instantáneamente se me corta el sorete. Sé que ya es tarde para avergonzarme,
pero el cerebro me juega una mala pasada y mi experiencia de liberación se
agota antes de haber comenzado. Me
levanto como puedo, me abrocho, salgo del cubículo, y uno de los niños se ríe
del otro: “Ja! Ja! Ja! Te lo creíste!”
Restaurant
La Huella, Paso de la Patria, Corrientes, abril 2014
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