Fuente: http://static.tvazteca.com/imagenes/2011/20/850234.jpg
Estamos en
una reunión. El teléfono de uno de los
asistentes suena.
-ay, ¡ay! –
dice, y parece que intenta apagarlo.
Continúa
sonando.
-¡perdón!
¡perdón!
Mueve las
manos para arriba y para abajo. Lo mira por delante, por detrás. Nos mira a
todos. Sonríe, hace muecas.
-Ay ¡no se
apaga!
Se para, hace como que se va a salir de la sala pero no se sale.
Finalmente
consigue apagarlo, suspira aliviado, hace un comentario, se sienta.
Alteró a
todos con sus gritos, mucho más que con el celular, y la distracción que generó
fue peor que si hubiera respondido.
México DF,
2014
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