Intentando conducir hasta la playa, nos perdemos en una carretera marrón claro sin asfalto. Visualmente no advertimos el peligro, pero por el movimiento del auto, las hondonadas y las rocas son evidentemente cada vez más grandes.
- Despacito que no hay sombra – le digo a mi amigo que conduce.
Sin razonarlo antes, me había dado cuenta de que a la luz del mediodía las piedras no parecen tan altas ni los pozos tan profundos.
Villajoyosa, Alicante, España, junio 2015
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