Acabo de llegar al gimnasio. De repente veo que la atmósfera empieza a llenarse de humo. Resulta ser polvo de piedra; corresponde a un muro de piedra que están puliendo en el exterior, y el polvo entra por una ventana que no cierra bien (tiene unos 5 centímetros de luz en la parte superior, bien arriba, por donde entra todo el polvo del exterior). Los empleados tardan en reaccionar. Voy a sugerirles que hay que actuar pronto: además de incómodo, el polvo es dañino y está haciendo toser a la gente.
La solución tarda un buen rato; tanto que no llego a verla. Mi recomendación primera fue: “consigan un par de toallas húmedas (de las que sobran en un gimnasio) y colóquelas en la parte superior de la ventana”. Sin embargo, los intentos se sucedieron como sigue:
1) vino uno a ver qué sucedía
2) fue a buscar a un segundo para que hiciera algo
3) el segundo intentó cerrar la ventana (infructuosamente, yo ya lo había intentado, pero la ventana estaba muy pesada y atorada por el tiempo y la pintura vieja)
4) concluyó que la ventana estaba ‘mal diseñada’ (¿?)
5) fueron a buscar dos trapos, pero los trapos eran muy finitos, y de apenas 40 cm de largo cada uno. El que los colocaba, trepado al marco de la ventana, sólo podía poner uno de un lado y otro del otro (no llegaba al centro de la ventana) con lo cual quedaba un metro de aire en el medio (porque la ventana era muy ancha)
6) fueron a buscar una escalera (era muy corta)
7) fueron a buscar otra escalera
8) decidieron cubrir el intersticio con una bolsa de residuos desarmada y pegarla con cinta
9) como todo está lleno de polvo, la cinta no pega. Encima, el aire que entra del exterior por el intersticio de la ventana, hace que la bolsa ‘embolse’ el aire y dificulte la adherencia
10) van a buscar una tercera escalera y una tercera persona
Me tengo que ir del gimnasio. Pasó 1 hora y 10 minutos desde que comenzó el evento. Ya no me enteré de la solución. Mi único deseo es no llevar demasiada piedra en los pulmones. Si se hubiera tratado de un ataque biológico, ya estaríamos todos muertos.
Ciudad de México, mayo 2010