Un amigo
fue a la India hace como un año. En la
cena de reencuentro, poco más de una semana después de su regreso, le pregunté
por su viaje. Él sólo dijo
“increíble”. No me gustó mucho la
respuesta. Increíble puede ser bueno, o malo, o lindo, o feo, pero siempre
termina siendo creíble y queda a juicio del inquisidor, no del inquirido. Pero bueno, decidí no insistir y considerar
que él quizá necesitaba más distancia en el tiempo para pronunciarse sobre una
experiencia tan reciente.
Al tiempo
volví a preguntarle sobre su viaje: “Otro mundo”, dijo él. Yo hice un análisis similar, pero hice una
cara para darle a entender que esperaba algún tipo de desarrollo. Él no
articuló palabra. Sólo meneó la cabeza y
sonrió extasiado.
Más tiempo
después, volví a preguntar por la India. “No se puede explicar con palabras”,
concluyó. Y con ello mis ganas de seguir
preguntando.
México DF,
septiembre 2012