Una chica
en el gimnasio está haciendo una contorsión muy extraña, colgando cabeza abajo
de un banco que se usa para trabajar los pectorales. Vengo distraído y, cuando la veo, me cuesta
entender qué es lo que estoy viendo.
Debido a su ropa colorida, se me viene a la cabeza un alebrije.
Riendo, le digo que cuando la vi cabeza abajo, me figuré un alebrije.
- ¿Por lo menos padre? – me pregunta sonriendo.
Y yo me
pregunto qué tan halagador es que te confundan con un alebrije.
- Padrísimo – le respondo.
Smart
Fitness, Centro Histórico, México DF, mayo 2015